Crianza de los hijos, desobediencia : (3 a 5 años)


¿Por qué no hace caso?


Criar niños y niñas da bastante trabajo, por varios motivos. Uno de ellos es que los niños pequeños naturalmente quieren hacer cosas que están en contra de nuestros deseos como adultos. Que lo hagan es normal, como también es normal que, a veces, los adultos nos cansemos.
También es cierto que hay niños y niñas más desafiantes que otros, y vale la pena preguntarse por qué. Cuando las cosas no marchan como esperamos, es indispensable pensar qué está pasando.



-Puede ser que estén viviendo una fase normal de autoafirmación que los hace especialmente oposicionistas. Si es así, ya pasará.


-Puede que algo los esté inquietando emocionalmente, como el nacimiento de un hermanito, y lo expresen a través de un comportamiento molesto.


-Algunos pueden comportarse de manera conflictiva como resultado de vivir en un clima familiar no saludable, en el que hay tensión, discordia, violencia, inestabilidad, tristeza o estrés excesivo.


Otra posibilidad es que los adultos no estén practicando un buen estilo de puesta de límites, lo que provoca el desborde en el comportamiento del niño. Cuando los padres o adultos a cargo sientan que la situación se les va de las manos es aconsejable pedir ayuda.


Cómo manejar las «desobediencias»


Cuando los niños y las niñas nos desobedecen, lo más importante es ¡mantener la calma! Si nos sentimos desafiados o burlados, nos puede dar mucha rabia y podemos actuar equivocadamente.


-Dar explicaciones y criterios es bueno para los «obedientes» y puede ser problemático para los «desobedientes». Si creemos que el niño conoce los motivos por los que le pedimos que se comporte de determinada manera, no está bien repetirlos para «convencerlo».


-Un buen sistema implica hacerle una advertencia efectiva frente al no cumplimiento. En tono firme, pero sin gritos ni ningún tipo de violencia y una sola vez. La repetición interminable solo agota la paciencia de los adultos.


-Otra buena fórmula es expresarles lo que pasará si no cumplen: «Si no empezamos ahora a prepararte, no podrás ir al cumpleaños».


-Si cumple, no pasemos por alto su buena actitud y alabemos sinceramente su ayuda, sin reproches y demostrándole la alegría que nos produce.


-Si no cumple, es crucial cumplir nosotros con la consecuencia que habíamos anunciado: la pérdida de alguna diversión o privilegio, o aplicar una penitencia o tiempo fuera manteniendo nuestra calma y firmeza. No son buenos ni los gritos ni los exabruptos. Cuanto más serenos estemos, mejores serán los resultados obtenidos.


-Si se establece una lucha de poder, lo mejor que podemos hacer es tratar de salirnos de ella. Si es posible, intentemos retirarnos del lugar donde está el niño, asegurándonos de que no corre peligro.


Corregir sin violencia


Siempre vamos a estimular los buenos hábitos y comportamientos para conseguir que los niños y las niñas los pongan en práctica. Cuando eso no alcanza, tendremos que aplicar sanciones al comportamiento inadecuado. Para que una sanción sea saludable y efectiva, debe cumplir algunas condiciones:


-Debe ser siempre una sanción no violenta (sin gritar, usar la fuerza física ni humillar).


-El niño debe conocer de antemano que la transgresión de la regla trae esa consecuencia.


-Debe aplicarse inmediatamente después de ocurrida la transgresión de la norma.


-Debe aplicarse cada vez que se transgreda la norma, todas las veces que sea necesario.


-Debe aplicarse como una consecuencia lógica y acordada, con firmeza y sin desbordes emocionales.


-Debe ser proporcional a la gravedad de la acción del niño.


Sanciones no violentas


Indiferencia: no hacer caso a sus caprichos


No prestar atención a los comportamientos molestos destinados a llamar la atención es un método muy sencillo y eficaz. Lo podemos aplicar para corregir esos comportamientos molestos y perturbadores que no son muy graves en sí mismos pero generan bastante estrés en la familia. Por ejemplo, la costumbre de interrumpir constantemente la conversación de los adultos, o la de hacer ruido cada vez que queremos escuchar el noticiero.


Pérdida de privilegios


Si el niño ha aprendido que las recompensas se ganan con buenas actitudes, le resultará natural no recibirlas cuando no cumple con lo acordado.


-No es el adulto quien lo priva de cosas haciendo gala de su poder, sino que esa pérdida es el resultado de no haber cumplido su parte del pacto.
-Pensando en las consecuencias de su comportamiento se fortalece su sentido de responsabilidad y la motivación para controlar sus impulsos.


Penitencia o tiempo fuera


Las penitencias, cuando se usan bien, son efectivas y favorables para el proceso de aprendizaje social de los niños. No debe abusarse de ellas, sino reservarse para cuando aparece una transgresión repetida y voluntaria a una norma claramente establecida por los adultos.


-El método del tiempo fuera o penitencia consiste en trasladar al niño de un lugar donde quiere estar a otro donde no quiere estar porque es aburrido, pero no atemorizante. Ese lugar puede ser una silla en el pasillo, o el escalón de la escalera desde el cual no se ve la tele ni hay juguetes cerca.
-El tiempo que se quedará en ese lugar debe ser breve y limitado, y cumplido en calma.
-El mismo procedimiento se aplicará cada vez que se transgreda la norma.
Si queremos que esa penitencia modifique los comportamientos indeseados del niño, es imprescindible:
-Que los estímulos por lo que hacen bien sean mayores que las consecuencias negativas por lo que hacen mal. Si el niño recibe demasiadas penitencias, pronto estas se volverán inútiles.
-Que las sanciones impuestas no pongan en cuestión el vínculo cálido, confiable y seguro entre adultos y niños, el cual no debe alterarse por inconvenientes cotidianos.


Revisión bibliográfica realizada por:
Psic. Paula Cueva
Psicóloga Clínica
Fuente: Trenchi, N., (2011), ¿Mucho, poquito o nada? Guía sobre pautas de crianza para niños y niñas de 0 a 5 años de edad.,Uruguay. UNICEF


Escrito por: Psic. Paula Cueva

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