MI HIJO TOMÓ CLORO ¿QUÉ PUEDO HACER?


Presente en la mayoría de las casas, el cloro es un gran aliado de la higiene del hogar, pero su ingestión, contacto o inhalación accidental, especialmente en niños, tiene consecuencias que hay que saber tratar de manera oportuna.

El cloro es un desinfectante biodegradable y económico que permite eliminar virus, hongos y bacterias como la Salmonella, Listeria, Rotavirus y Escherichia coli, entre otras. Se suele utilizar para la desinfección del agua, blanqueo de telas y remoción de manchas y olores que los detergentes no suelen atacar. Lo que normalmente se llama cloro doméstico es una disolución de hipoclorito de sodio en agua.

Debe evitarse el contacto directo del cloro con la piel y muy especialmente con tejidos sensibles como ojos y mucosas. Igualmente, se debe evitar respirar sus vapores, utilizando guantes y mascarillas. Una solución de cloro, aún en baja concentración, puede causar irritación entre moderada y severa de los ojos en el plazo de un día. Lo mismo aplica para la piel, aunque en este caso el plazo se reduce a sólo algunos minutos.

Tanto niños como adultos se pueden ver afectados por una posible ingesta accidental del producto, por almacenarlo en envases poco apropiados (botellas de bebidas especialmente) o por descuidos. Cabe reconocer que en estos casos, la ingesta suele ser autolimitada, beneficio otorgado por el mal sabor en la boca del producto en sí.

En caso de ingesta de cloro doméstico, éste actúa como irritante a nivel gastrointestinal, desencadenando náuseas y, eventualmente, vómitos y diarrea que son de alguna forma normales tras la ingesta de cualquier producto que no ha sido elaborado para ser ingerido.

De ser así, la primera medida a realizar es lavar bien la boca de la persona afectada, con el fin de evitar la irritación de la mucosa oral, así como también el de arrastrar los restos del producto que estén en la garganta y otorguen una sensación de malestar. En segundo lugar, diluir el contenido gástrico que contiene el cloro ingerido y evitar, en parte, una mayor irritación a nivel estomacal y/o intestinal. Esto se puede realizar mediante la ingesta de líquidos como agua, leche o jugo (ojo: la leche no es antídoto para ninguna intoxicación).

Finalmente, si a pesar de tales medidas, los episodios de vómitos, dolor abdominal y/o diarreas continúan (y muy especialmente en niños), se debe acudir a un servicio asistencial para una evaluación médica y un tratamiento adecuado que, por lo general, consiste en rehidratar a la persona afectada y otorgar terapia analgésica y para el control de los vómitos y/o diarrea.


Escrito por: Dr. José Salazar

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