Divorcio y Paternidad
Lo que más ayuda a los niños y niñas a adaptarse a la nueva situación es la ausencia de conflictos entre el padre y la madre (o, en caso de haberlos, cuando no son “visibles”, cuando no son percibidos por los hijos e hijas). Para que esto sea posible, el padre y la madre tienen que anteponer sus intereses como progenitores a sus intereses individuales.
-Mantener una imagen “limpia” del ex cónyuge, transmitiendo al hijo o a la hija mensajes positivos sobre el padre o la madre, y favoreciendo actitudes de respeto.
-Facilitar la comunicación y la relación continuada con ambos progenitores, respondiendo de manera adecuada a las necesidades de los hijos e hijas (incluyendo en éstas las relativas a los aspectos económicos, educativos, de salud, higiene y emocionales), dejando claro lo que le importa al otro progenitor y la importancia de éste.
-Permitir que el niño y la niña “disfruten” con el padre y con la madre y que lo puedan contar al otro progenitor, así como facilitar el contacto que tenían con el resto de la familia de ambos progenitores (abuelos/as, tíos/as, primos/as...).
-Mantener, en la medida de lo posible, las mismas actividades de los niños y niñas (asistencia al mismo centro educativo, las mismas actividades extraescolares y deportivas, los mismos amigos...), intentando que los cambios posteriores a la separación sean los menores posibles.
-Evitar las conductas sobreprotectoras o justificantes sobre los hijos e hijas, como permitir actuaciones o hechos que no serían toleradas antes de la separación.
-Finalmente, pero no por ello menos importante, la buena capacidad de negociación del padre y de la madre para tomar conjuntamente la mayor parte de las decisiones que aparecen durante los años que dura la crianza y educación de los hijos e hijas, incluyendo los temas referentes a las normas, límites y disciplina.
Escrito por: Psic. Paula Cueva