Cómo son los alumnos que acosan y cómo prevenir sus problemas


En los adolescentes que inician y dirigen el acoso escolar se han encontrado ocho problemas que deberían ser erradicados desde la escuela y desde la familia, y que son los siguientes:


1.- Acentuada tendencia a abusar de su fuerza; y mayor identificación con el modelo social basado en el dominio y la sumisión. Observándose que están más de acuerdo que los demás con las creencias que llevan a justificar la violencia y la intolerancia en distinto tipo de relaciones, sobre todo las relaciones entre iguales, y también en las relaciones con otros grupos que se perciben diferentes o en situación de debilidad, tendencia que suele llevarles a ser más racistas, xenófobos y sexistas. Por eso, enseñar los valores de igualdad y respeto mutuo, así como detectar y rechazar sus obstáculos (como el racismo y el sexismo) debe ser destacado como una estrategia básica para prevenir el acoso.


2.- Dificultades para ponerse en el lugar de los demás y falta de empatía. Su razonamiento moral es en ocasiones más primitivo que el de sus compañeros, siendo más frecuente entre ellos la identificación de la justicia con “hacer a los demás lo que te hacen a ti o crees que te hacen”, orientación que puede explicar su tendencia a vengar reales o supuestas ofensas. Sus compañeros suelen haber sustituido este tipo de razonamiento primitivo (propio de edades anteriores) por otro más desarrollado: “haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti si estuvieras en su lugar”. Para prevenir la violencia conviene favorecer la capacidad para ponerse en el lugar de los demás, coordinando derechos y deberes. Capacidad que en su forma más desarrollada coincide con la Filosofía de los Derechos Humanos que nuestra sociedad identifica como el criterio básico para definir la justicia. La prevención de la violencia debe basarse en dicho criterio como forma de sintetizar el egoísmo (la defensa de los propios derechos) con la generosidad (la defensa de los derechos de los demás).


3.- Fuerte identificación con una serie de conceptos estrechamente relacionados con el acoso escolar, como los de débil  y cobarde, que utilizan para justificarlo y mantener la conspiración del silencio que lo perpetúa. Conceptos que representan la antítesis de la democracia y perpetúan la tendencia a resolver los conflictos tomándose la justicia por su cuenta (y que podría ser alentada a través de la máxima “si te pegan, pega”), que es preciso sustituir por alternativas no violentas que permitan detener la violencia, proteger a la víctima y sancionar al agresor, con eficacia y coherencia educativa.


4.- Impulsividad, baja tolerancia a la frustración e insuficientes habilidades alternativas a la violencia. Suelen tener menos habilidades para resolver los conflictos de forma pacífica o para detener o evitar situaciones violentas, y parecen haber desarrollado, por el contrario, estrategias para ejercer la violencia con impunidad. Es decir, que han aprendido un estilo violento que les genera ciertas ventajas (desde su punto de vista) y no han aprendido alternativas no violentas para obtenerlas ni tampoco a anticipar las múltiples desventajas que la violencia origina no sólo para sus víctimas sino también para ellos mismos.
Para prevenir este problema hay que desarrollar alternativas eficaces a la violencia y enseñar a rechazarla en todas sus manifestaciones.


5.- Dificultades para cumplir normas y malas relaciones con el profesorado y otras figuras de autoridad.
Con cierta frecuencia tienen un rendimiento inferior al de la media. Los problemas que les llevan a abusar de su fuerza con sus compañeros pueden estar también en el origen de las conductas de falta de respeto, comportamiento disruptivo e incluso intimidación que a veces manifiestan hacia determinados profesores. Por eso, distribuir las oportunidades de protagonismo académico en el sistema escolar es una medida fundamental en la prevención del acoso. Es preciso, además, ampliar los intentos de erradicarlo de forma que incluyan también el que puede producirse, desde una doble dirección, en la relación que los adolescentes establecen con el profesorado.


6.- Escasa capacidad de autocrítica y ausencia de sentimiento de culpabilidad por el acoso del que suelen responsabilizar a la víctima, tendencia que puede explicar que cuando se evalúa la autoestima de los acosadores con métodos tradicionales (preguntándoles, por ejemplo, si les gusta ser como son), manifiesten un nivel medio o incluso elevado, como si hubieran aprendido a autoafirmarse a través de la violencia y su utilización contribuyera a incrementar su sentimiento de eficacia y de poder. Situación que cabe considerar como un grave obstáculo para su desarrollo y el bienestar de las personas con las que convivan, puesto que su autoestima se basa en el dominio de otros a los que necesitan someter. Para disminuir este problema es necesario enseñarles a valorarse a sí mismos, y a ejercer el poder de acuerdo a los valores democráticos que la escuela pretende trasmitir.


7.- Utilización del acoso como una forma destructiva de obtener protagonismo y compensar exclusiones o fracasos anteriores. Esta es, al menos, la percepción que sus compañeros tienen de los acosadores, como intolerantes y arrogantes, y al mismo tiempo, como que se sienten fracasados. El conjunto de las características en las que destacan sugiere que cuentan con iguales que les siguen en sus agresiones, formando grupos con disposición a la violencia, en los que se integrarían individuos que han tenido pocas oportunidades anteriores de protagonismo positivo en el sistema escolar y que parecen haber aprendido a compensar dicha carencia con la violencia.
De lo cual se deriva la necesidad de prevenir esta situación, favoreciendo la cohesión del grupo de clase, y la integración en él de todos los alumnos, suprimiendo así la tendencia a formar guetos o bandas de orientación violenta, que parecen representar una especie de refugio de situaciones anteriores de exclusión y de falta de protagonismo positivo.


8.- Dificultades en el aprendizaje de alternativas a la violencia en la familia. Los estudios realizados reflejan que con cierta frecuencia en la familia de los acosadores ha habido dificultades para enseñarles alternativas a la violencia y a respetar límites, existiendo permisividad ante conductas antisociales y/o empleo de métodos coercitivos autoritarios, como el castigo físico. En ambos casos, se fomenta el modelo de dominio-sumisión que subyace tras el acoso. Con los métodos autoritarios, el adulto proporciona un modelo de dominio al que el niño se tiene que someter, con el riesgo de que intente después reproducirlo desde el papel de dominador. Cuando existe una excesiva permisividad, el niño puede llegar a convertirse en un pequeño “tirano” que intenta dominar incluso a los adultos encargados de su educación. Proporcionar desde la familia una alternativa a ambas situaciones, enseñando a respetar límites sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia, es un requisito básico para prevenir el acoso y otras formas de violencia, también la que los adolescentes pueden ejercer contra los adultos encargados de su educación en la escuela y en la familia.


Revisión bibliográfica realizada por:
Psic. Paula Cueva
Psicóloga Clínica
Escrito extraído de:
Fuente: Díaz M., . (2006). El acoso escolar y la prevención de la violencia desde la familia. Madrid: Dirección General de Familia, Comunidad de Madrid.


Escrito por: Psic. Paula Cueva

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