La LGTBfobia una forma de violencia.



La LGTBfobia es el término que se utiliza para englobar el rechazo o miedo hacia personas con orientaciones sexuales e identidades de género más minoritarias. El rechazo a personas gays, lesbianas, bisexuales y trans.


En algunos casos, el desprecio, rechazo y miedo viene motivado por la orientación sexual como en el caso de los gays, lesbianas y bisexuales; en otros casos, lo que genera el rechazo es la identidad de género sentida y, sobre todo, la expresión pública de esta identidad.


En cualquier caso, este rechazo se produce por no encajar en determinados “cestos” por su excesiva rigidez. Nuestro papel será el de contribuir a flexibilizar la idea de lo que es “ser una mujer” o “ser un hombre” y procurar que en esos “cestos” quepa absolutamente todo el mundo.


Desde nuestro punto de vista, debemos entender la LGTBfobia como una forma de violencia en sí misma, derive o no en agresiones (verbales o físicas) concretas. En cualquier caso, y aunque entendemos que no es lo mismo sentir desprecio, por ejemplo, por un chico homosexual, que insultarlo y agredirlo, sí que hay que tener presente en el trabajo con las familias,  que normalmente la violencia suele sustentarse en el miedo y el rechazo.


Por eso insistimos en la importancia de tratar este tipo de cuestiones desde la infancia y, sobre todo, desde la familia. Solo conociendo y visibilizando a las personas con determinadas orientaciones sexuales e identidades de género más minoritarias, y educando en el respeto, y el valor de la diversidad, se puede prevenir este tipo de violencia.


El rechazo ante las personas LGTB suele sustentarse en una serie de creencias todavía arraigadas en nuestra sociedad. Por ejemplo, considerar la heterosexualidad como norma, deja en el ámbito de la “anormalidad” el resto de posibilidades. O, por ejemplo, contemplar como inmorales o poco legítimas algunas prácticas sexuales de personas LGTB.


También la falta de comprensión de los roles de género o de las vivencias de masculinidad o feminidad diferentes a las tradicionales son algunas de las razones que argumentan quienes no aceptan la diversidad sexual.


No está de más que conozcamos también que el rechazo a las personas por orientación sexual e identidad de género se puede dar de muchas formas. Una manera es la personal cuando se refiere a prejuicios que están muy arraigados en la persona. Otra es la interpersonal si las relaciones entre dos personas están muy condicionadas por esos prejuicios (por ejemplo el tipo de relación que se podría establecer entre un chico gay y otro que no soporta a los gays). Otra forma es la institucional cuando son directamente instituciones y organismos los que discriminan. Y, por último, está la cultural cuando por ejemplo no se admite o está mal visto que dos chicos o dos chicas homosexuales manifiesten muestras de afecto en público (como caricias, besos, o el agarrarse de la mano por la calle).


Es importante que tengamos en cuenta que al tratarse, como ya dijimos, de ideas muy arraigadas socialmente es posible que las propias familias hayamos interiorizado o reproducido en alguna ocasión (posiblemente sin mala intención) alguna de ellas. Se trata de que reflexionemos conjuntamente sobre cómo se ha tratado en familia la diversidad afectivo-sexual, y qué posibilidades de desarrollo y felicidad ofrecen (o no) estas reacciones a las hijas y los hijos, así como el clima que estamos creando en nuestra familia en relación al respeto y aceptación de la diversidad.


Revisión bibliográfica realizada por:
Psic. Paula Cueva
Psicóloga Clínica
Escrito extraído de:
Fuente: Azqueta I.,. (2014). Educar en la diversidad afectivo-sexual desde la familia, Cómo educar a favor de la igualdad de valor y contra la violencia por motivos de orientación sexual e identidad de género. Madrid: CEAPA


Escrito por: Psic. Paula Cueva

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