Un modelo para la relación interpersonal: la comunicación no violenta


Marshall B. Rosenberg propone un modelo que él denomina “de comunicación no violenta”, muy útil para el refuerzo de la convivencia y de la relación entre las personas, especialmente en las familias. Son varios los obstáculos que impiden la comunicación:


• Los juicios moralistas: se critica a otra persona, se le hace culpable de lo sucedido, se le etiqueta, hasta se le puede llegar a insultar. De esta forma, lejos de centrarnos en nuestras necesidades, nos centramos en analizar y clasificar al otro.


• Las comparaciones: fijamos nuestra atención en lo que están haciendo otros, en su forma de ser, en lo que han conseguido y lo comparamos con lo nuestro.


• La negación de la responsabilidad: fuerzas impersonales como el destino, los jefes y autoridades, nuestra propia historia, lo que hacen otros, las normas existentes... todos son responsables menos yo.


• Otras formas: deseos que se expresan en forma de exigencias, juicios (“), etc.;.


Desglosándolo estos apartados abarcaría los siguientes pasos:


1. Separar la observación de la evaluación: observar lo que vemos, oímos, tocamos, etc., sin que intervenga ningún tipo de evaluación por nuestra parte. Hacer observaciones es un elemento clave para comunicar claramente cómo nos sentimos. Pero, si evaluamos, la otra persona se centrará en la crítica y opondrá resistencia a lo que digamos.


2. Expresar lo que sentimos: consiste en identificar y expresar nuestros sentimientos, distinguiendo lo que sentimos de lo que pensamos o creemos.


3. Expresar las necesidades, valores y deseos que subyacen a nuestros sentimientos. Lo que digan o hagan los demás puede ser un estímulo, pero nunca puede ser la causa de nuestros sentimientos. Podemos recibir el mensaje de los otros culpabilizándoles de nuestra reacción o, por el contrario, aprovechando para identificar qué necesidades propias y ajenas se expresan a través de dichos mensajes. Los sentimientos son expresión de nuestras necesidades y, en vez de contraatacar o defendernos, debemos identificar las necesidades a las que responden para, desde ellas, proporcionar una respuesta comunicativa no violenta.


4. Lo que queremos pedir a la otra persona. En este último apartado expresamos a la otra persona qué es exactamente lo que queremos, nuestra petición concreta. Es importante que lo expresemos en positivo, no en negativo, qué es lo que quiere y no tanto lo que no se quiere. Se deben evitar las frases vagas y ambiguas y nunca basarse que el otro sabrá qué es lo que yo quiero. Es bueno pedir confirmación de lo que le hemos transmitido para, de esa forma, saber exactamente qué es lo que ha entendido.


Desarrollar una comunicación no violenta y que, por tanto, contribuya a la creación de buenas relaciones dentro de la familia es un proceso lento y continuo, pero fácil de conseguir si se practica habitualmente.


Revisión bibliográfica realizada por:
Psic. Paula Cueva
Psicóloga Clínica
Fuente: Sánchez García-Arista, M. L., y Uruñuela, P.(2012) Orientaciones para afrontar los conflictos y dificultades familiares. CEAPA, MADRID


Escrito por: Psic. Paula Cueva

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