Conductas que impiden o dificultan la comunicación en la familia


Hay formas de comunicación que, lejos de conseguir la apertura y la permeabilidad de la otra parte, logran lo contrario, que se cierre en banda y no nos escuche. Debemos revisar nuestros comportamientos comunicativos y plantearnos si sirven para favorecer o entorpecer la comunicación.


Se habla de “doce conductas típicas” que impiden la comunicación. Son las siguientes:


- Mandar, dirigir: decirle al otro lo que debe hacer, sin contar con su opinión, imponiendo nuestro parecer: “Quiero que limpies la habitación en este mismo momento. ¡Venga!”


- Amenazar: anunciar sanciones y castigos, conminándole a hacer algo bajo la amenaza del castigo. Se trata de algo muy diferente de hacer ver las consecuencias que puede tener una determinada actuación: “Vuelve a tocar el aparato de música y te daré un tortazo”.


- Sermonear: basarse en argumentos morales aplicados a su persona, lo bueno que es y cómo lo va a echar todo a perder, señalarle lo que es bueno desde nuestro punto de vista sin tener en cuenta para nada su opinión: “¿Te parece bonito lo que has hecho, quitarme los caramelos de la mano? Veo que no has comprendido la importancia de tener buenos modales. Intento enseñarte que, si quieres que sean educados contigo, debes serlo tú primero con ellos”.


- Dar lecciones: hablarle como un experto superior a él, ya que tenemos mucha más experiencia y sabemos y conocemos muy bien las enseñanzas de la vida: “Así que cuatro suspensos, ¿eh? Ya te harás mayor y te arrepentirás de no haber estudiado. Hazme caso, que soy tu padre y sé lo que es arrepentirse cuando ya no hay remedio”.


- Aconsejar: insistir en lo que mejor para él y, al igual que cuando sermoneamos, sin tener en cuenta su opinión. Sabemos lo que le conviene y se lo planteamos sin más: “Tú lo que tienes que hacer es olvidarte de esos amigos con los que vas, que no hacen más que distraerte. ¿Por qué no vas con Luis, que es tan buen chico? Él sí que te echaría una mano en los estudios”


- Consolar: o pretender hacerlo quitándole importancia al tema que le preocupa, negando sus sentimientos y la importancia de los mismos: “Pero, ¿por esa tontería estás llorando? Si es una tontería, no sé cómo te puedes preocupar por eso”.


- Aprobar: darle siempre la razón, sin analizar sus argumentos y justificaciones, decirle a todo que sí “como a los tontos”: “Llevas razón, así es, lo que tú digas”.


- Desaprobar: quitarle siempre la razón, estar siempre en contra por sistema: “Es que ya estás como siempre, metiendo la pata una vez más”.


- Insultar: faltar al respeto, llamarle cosas, despreciarle abiertamente por lo que hace poniéndole calificativos: “Hay que ser cerdo para tener la habitación así. ¡Vives como los animales!”


- Interpretar: hacer presuposiciones de lo que piensa, de lo que quiere decir, sin preguntarle directamente a la otra persona qué es lo que está intentado transmitir y sin hacer comprobaciones de que lo que digo se ajusta a la realidad: “Haces eso porque quieres fastidiarme y que me lleve un disgusto. ¡No te conozco yo a ti como para saber bien lo que quieres!”.


- Interrogar: sacarle información como si fuera un sospechoso, acosarle continuamente con preguntas haciendo presión sobre la otra persona: “Qué has hecho? ¿Por qué te ha castigado el profesor? ¿por qué no le dijiste que no a tu compañero? ¿Hasta cuándo vas a seguir así?”.


- Ironizar: usar el sarcasmo para desaprobar algo, cambiar lo positivo por lo negativo de manera muy refinada, llevarle y hacer presentes las contradicciones: “O sea, que tienes mañana un control de matemáticas y te has dejado el libro en el colegio? ¡Qué espabilado, eres todo un alarde de inteligencia!”.


Si comenzamos el proceso de comunicación practicando alguna de estas conductas, es normal que la otra persona se cierre, deje de escucharnos y, lejos de querer entrar en el proceso de comunicación, lo único que desee sea retirarse y desaparecer.


Suele hablarse también de seis conductas que suponen un obstáculo serio para establecer una comunicación adecuada. Son las siguientes:


- Ignorar todo lo que te digan, no prestar atención, mirar hacia otro lado, bostezar, mirar la hora...


- Criticar todas las ideas, señalar los defectos, llevar siempre la contraria, no ver nada bueno en las propuestas o mensajes de la otra parte...


- Aconsejar, decirles qué es lo que tienen que hacer, cómo te comportarías tú en su lugar. Mostrar superioridad...


- Tranquilizar utilizando siempre el “no”: no te excites, no pasa nada, no te lo tomes así, no te preocupes, no te pongas nerviosa...


- Interrumpir: perdona... a mí también... deja que te diga... igual que aquella vez que yo... pues a mí...


- Faltar al respeto, pero ¿qué idioteces dices?... sólo los ignorantes piensan así... ¡vaya tontería!...
Es lógico que, a partir de estas conductas iniciales, resulte muy difícil iniciar y lograr una buena comunicación, con evidentes repercusiones negativas en la convivencia y relación entre dichas personas.


Revisión bibliográfica realizada por:
Psic. Paula Cueva
Psicóloga Clínica
Fuente: Sánchez García-Arista, M. L., y Uruñuela, P.(2012) Orientaciones para afrontar los conflictos y dificultades familiares. CEAPA, MADRID


Escrito por: Psic. Paula Cueva

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