Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)


el TDAH es un trastorno neurobiológico que condiciona que los niños que lo padecen tengan dificultades para aprender a controlar su conducta.


 Las manifestaciones del TDAH tienen relación con 3 características principales aunque no todos los afectados las presenten en igual grado:


- Hiperactividad: movimiento excesivo o inapropiado, dificultad para estar quieto, hablar mucho.
- Impulsividad: actuar sin pensar, interrupción de las conversaciones de los demás, dificultad para esperar el turno.
- Déficit o falta de atención: distracción fácil, dificultad para concentrarse y acabar las tareas especialmente cuando éstas requieren esfuerzo, pérdida de objetos y olvidos frecuentes, dificultad para organizarse.


Los rasgos de la conducta característicos del TDAH están presentes, en mayor o menor grado, en todos los niños los primeros años de la vida. En condiciones normales con unas pautas educativas correctas, los niños van adquiriendo poco a poco, y casi sin que nos demos cuenta, la capacidad de autocontrol propia de cada edad y etapa evolutiva.


La persistencia de patrones de conducta propios de edades inferiores es lo que caracteriza al niño que presenta un TDAH. A menudo los padres de estos niños expresan que con sus otros hijos utilizaron lo que habían aprendido de sus padres o el sentido común para educarlos y que, a pesar de equivocarse algunas veces, las cosas evolucionaban de una forma correcta. En cambio con el hijo con TDAH nada les sirve. No consiguen ponerse de acuerdo el padre y la madre en que pauta educativa es mejor. Los castigos no sirven. Los gritos menos. Lo mismo pasa en la escuela: los métodos de disciplina válidos para que la mayoría de los niños adquieran de forma progresiva unos hábitos de conducta no sirven para el niño con TDAH y a veces incluso empeoran su conducta. Realmente hay pocas tareas tan difíciles como educar a un niño con TDAH. El estrés de padres y educadores si no reciben un apoyo e instrucción específica puede acarrear problemas importantes.


Se trata pues, del grado y la duración de la hiperactividad, la impulsividad y el defecto de atención lo que condicionará que se considere o no un trastorno. Debe existir una repercusión negativa de esta conducta en distintos ámbitos para que se considere el diagnóstico de TDAH: un niño que muestre problemas de conducta en casa y, en cambio, sea capaz de seguir las normas de la escuela sin problemas no tiene un TDAH sino, muy probablemente, pautas educativas incorrectas en casa.


En los últimos 10 o 15 años se ha hablado mucho del TDAH tanto en foros profesionales como en los medios de comunicación. Se ha llegado a decir que se trata de un trastorno inventado, que está de moda y que es fruto del estilo de vida moderno. Nada más lejos de la realidad. Existen muchísimas evidencias científicas de que el TDAH es un trastorno del funcionamiento cerebral y probablemente sea uno de los trastornos sobre el que más se ha escrito y debatido en la comunidad científica. Todavía hay aspectos que no se conocen pero probablemente sea el trastorno de conducta y del aprendizaje de la infancia más estudiado. Hoy disponemos de la información necesaria para realizar un diagnóstico y tratamiento que puede mejorar muchísimo la vida de las personas que padecen TDAH.
Como en todas las áreas de la medicina, la evolución es constante y solo los profesionales especializados deberían hacer el diagnóstico e instaurar el tratamiento adecuado a cada caso.


Las repercusiones del TDAH a largo plazo pueden ser muy negativas. El fracaso escolar, las conductas adictivas, la inestabilidad laboral y familiar son muy comunes entre las personas con TDAH no tratado. No es exagerado afirmar que, dadas sus repercusiones y como veremos más adelante, su elevada prevalencia en la población debería ser considerado como un problema de salud pública de primera magnitud.
Las personas con TDAH presentan con frecuencia otros trastornos asociados. Es lo que en la terminología clínica denominamos comorbilidad y que debe tenerse en cuenta para el diagnóstico y tratamiento. Se asocian con mayor frecuencia los trastornos de conducta, los de aprendizaje, afectivos, de ansiedad, etc.
El TDAH afecta entre un 8 y 12 % de la población mundial (Biederman y col 2005). Este dato indica que probablemente en todas las aulas escolares hay al menos un niño con TDAH. Afecta en mayor grado al sexo masculino aunque también se presenta en las niñas, probablemente mucho más de lo que se diagnostica. En el sexo femenino a menudo predomina la inatención frente a la hiperactividad e impulsividad lo que hace que los síntomas “se noten menos” y por tanto el diagnóstico sea más tardío o que no lleguen a consultar.


Hoy se conoce que al menos en un 50 % de los casos los síntomas persisten en el adulto. Estos datos apoyan la idea que mencionábamos de que la frecuencia y las consecuencias personales y sociales del TDAH deberían situarlo entre los problemas más importantes de salud pública.
Distintas líneas de trabajo han demostrado la agregación familiar del TDAH y han llevado a la conclusión de que el factor herencia/genética es probablemente el de mayor importancia en el TDAH, y se considera presente en un 80 % de los casos de TDAH.


No existe ningún marcador biológico para el diagnóstico del TDAH. Es decir, ningún análisis ni prueba médica es útil. El tratamiento, seguro y efectivo, persigue los siguientes


objetivos:


- Reducir los síntomas del TDAH y el riesgo de futuras complicaciones
- Ofrecer información y pautas de actuación al entorno del niño para saber como afrontar situaciones concretas
- Favorecer un buen rendimiento académico.


Hay que intervenir en el niño, la escuela y la familia. El enfoque terapéutico que se ha demostrado más efectivo en el TDAH es el llamado tratamiento multimodal que consta de:


1. Tratamiento farmacológico
2. Tratamiento psicoeducativo


Distintos estudios han demostrado la mayor eficacia si se combinan los dos tipos de tratamiento respecto a ambos aislados (J Swanson 2001).


Revisión bibliográfica realizada por:

Psic. Paula Cueva
Psicóloga Clínica
Fuente: Roca E., Carmona J., Boix C., Colomé R., López A., Sanguinetti A., Caro M., Sans Fitó A., 2010, El aprendizaje en la infancia y la adolescencia: claves para evitar el fracaso escolar. Esplugues de Lobregat: Hospital Sant Joan de Déu. 


Escrito por: Psic. Paula Cueva

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