EL ACCIDENTE CEREBROVASCULAR DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL REHABILITADOR
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) se entiende por Accidente Cerebro Vascular (ACV) “un síndrome clínico de desarrollo rápido debido a una perturbación focal de la función cerebral de origen vascular y de más de 24 horas de duración. Sus consecuencias dependerán del lugar y el tamaño de la lesión. Otras denominaciones para este cuadro son los términos ataque cerebral, stroke o ictus. Como en todo cuadro que ocasiona discapacidad, El médico rehabilitador debe establecer la afectación del individuo en sus distintos niveles en base a la Clasificación Internacional del Funcionamiento, Discapacidad y Salud (CIF), que data de mayo del 2001 como modificación a la clasificación Internacional de Déficit, Discapacidad y Minusvalía ICIDH) publicada por la OMS en 1980. De esta manera, deberán establecerse los componentes de las siguientes categorías:
Déficit: anormalidad de la estructura o función de
un órgano o sistema.
Limitación de la actividad: dificultad que una
persona puede tener en el desempeño o realización
de actividades.
Restricción de la participación: impedimento
para el cumplimiento o desempeño de un papel
o rol.
ESCALAS DE DÉFICIT (O NEUROLÓGICAS)
La American Heart Association-Stroke Outcome Classification (AHA-SOC) sistematiza los déficit neurológicos en seis dominios o áreas: motora, sensitiva, comunicación, visual, cognitiva y emocional. Para medir las afectaciones o déficit neurológicos se emplean las denominadas escalas neurológicas. Las más utilizadas en nuestro medio son: escala americana (National Institutes of Health Stroke Scale - NIHSS), escala escandinava (Scandinavian Neurological Stroke Scale - SSS) y escala canadiense Canadian Neurological Scale - CNS). La primera de éstas (NIHSS) sería preferible al definir mejor la gravedad del cuadro y por poseer mayor valor predictivo.
ESCALAS DE LIMITACIÓN EN LA ACTIVIDAD
Para valorar el grado de limitación se utilizan las
escalas de actividades de la vida diaria (AVD), las
que evalúan el estado funcional del individuo. Las
más empleadas son: Índice de Barthel, Medida de
Independencia Funcional (FIM), Índice de Actividades
de la Vida Diaria de Katz.
ESCALAS DE RESTRICCIÓN EN
LA PARTICIPACIÓN
Hacen referencia a las desventajas sociales que experimenta
el individuo como consecuencia del déficit
causado por la enfermedad. Para su medición
se emplean escalas de evaluación global: Escala
de Hándicap de Oxford, Escala de Evolución de
Glasgow (Glasgow Outcome Scale - GOS).
ESCALAS DE CALIDAD DE VIDA
Las escalas de calidad de vida miden la salud percibida.
Algunas de ellas son: Perfil de Salud de
Nottingham, Perfil de Impacto de Enfermedad,
Cuestionario de Salud SF-36.
FUNDAMENTOS DE LA
REHABILITACIÓN EN ACV
En un paciente con recuperación favorable de sus
déficits se observa habitualmente que la mejoría
transcurre al inicio. Esta mejoría precoz se debe,
en parte, a la recuperación del tejido en penumbra
de la periferia del área isquémica (relacionado con
la resolución del edema perilesional, los procesos
oxidativos y el flujo de Na+ y Ca++) y en parte, a
la resolución de la diásquisis (fallo transináptico de
áreas lejanas relacionadas).
Por otro lado, la mejoría a largo plazo se atribuye
a la plasticidad neuronal: las neuronas sanas pueden
aprender funciones de las neuronas afectadas,
pudiendo sustituir a éstas al menos parcialmente.
Existe una reorganización cerebral que puede ser
modulada por técnicas de rehabilitación a través
del fenómeno de plasticidad neuronal. Pero ¿se
puede demostrar la utilidad de la rehabilitación en
la reparación lesional? Diversos experimentos (modelos
animales y estudios neurofisiológicos) muestran
que la neuroplasticidad inducida por la experiencia
desarrolla las terminaciones dendríticas
que comunican con otras neuronas, fortaleciendo
las conexiones sinápticas, lo que aumenta la excitabilidad
y el reclutamiento de neuronas en ambos
hemisferios. Además, los estudios de neuroimagen
funcional muestran cambios evolutivos de la actividad
cerebral en ambos hemisferios en pacientes
que mejoran sus habilidades funcionales a través
del entrenamiento
existen 3 fases en la rehabilitación
fase aguda
fase subaguda
fase tardía o de estabilización
fase aguda
Los 2 grandes objetivos de rehabilitación en esta
fase son:
1. Prevención, diagnóstico y tratamiento precoz
de complicaciones, ya sea que ellas se produzcan
por déficit propios del AVC o como consecuencia
del síndrome de inmovilización provocado
por éste. Algunas de estas complicaciones
son: TVP-TEP, neumonía, úlceras por presión,
dolor (en cualquiera de sus formas), contracturas
articulares, atrofia muscular, ortostatismo,
trastornos del vaciado vesical e infección urinaria,
constipación e impactación fecal, etc
Los principios que guían las acciones en esta
etapa son:
• Posicionamiento adecuado en cama, con la
utilización de órtesis que faciliten el correcto
alineamiento de los segmentos corporales,
evitando posiciones viciosas y/o a favor de la
gravedad
Cuidados básicos de piel (aseo, lubricación)
y de las zonas invadidas (punciones venosas,
zonas de monitarización, etc).
• Cambios de posición frecuentes para descargar
la piel en zonas de apoyo.
• Movilización precoz, ya sea en forma pasiva
(realizada por un tercero) o con activación
voluntaria que puede ser asistida según el
grado de compromiso motor.
• Kinesiterapia respiratoria (drenaje bronquial
postural, tos asistida, ejercicios de musculatura
respiratoria, etc).
• Manejo vesical e intestinal adecuados.
• Evaluación de la deglución para definir vía
segura de alimentación y permitir aporte
nutricional apropiado en calidad y cantidad.
• Estimulación polisensorial o cognitiva según
estado de conciencia.
2. Estimar pronóstico funcional, que consiste en
la identificación de factores biomédicos, sicológicos
y sociales previos y posteriores al ACV
que pudieran incidir en la evolución de la persona.
FASE SUBAGUDA
La situación de los pacientes que sobreviven a la
fase aguda del ACV y alcanzan la estabilización
neurológica de su cuadro puede ser descrita de la
siguiente manera:
• 10% quedan sin secuelas, por lo que no requieren
rehabilitación funcional.
• 10% quedan severamente dañados, por lo que
no se benefician de rehabilitación activa y el
manejo consiste en prevenir complicaciones y
entrenamiento familiar.
• 80% quedan con algún grado de déficit neurológico
que se beneficiaría de un proceso de
rehabilitación activo.
1. Estado neurológico estabilizado con déficit significativo
en al menos 2 áreas (movilidad, autocuidado,
comunicación, control esfinteriano,
deglución).
2. Capacidad cognitiva que permita seguir instrucciones.
3. Capacidad física para tolerar un programa de
terapia activa.
4. Metas terapéuticas claras y realistas
Fase Tadia
Es en esta fase donde el sujeto se dimensiona como
ser social, y por ello, el equipo de rehabilitación
debe hacer un diagnóstico precoz de la red socio familiar
con que cuenta el paciente, a fin de potenciarla
y activarla. Debe identificarse dicha red desde
etapas tempranas porque define en gran medida el destino post alta del paciente y las posibilidades
concretas de integración socio-laboral.
Lo que principalmente se persigue es que el paciente
se adapte a las funciones residuales para alcanzar
tres grandes objetivos:
• Reinserción óptima a nivel familiar, social y,
eventualmente, laboral.
• Mantener los logros funcionales obtenidos en la
fase subaguda.
• Evitar la recurrencia del ACV.
es por esto que concluyo diciendo que la rehabilitación post ecv no es algo que que se haga de acuerdo a lo que se tiene a la mano; sino es un proceso integral que abarca todas las disciplinas desde la parte aguda con el estado del paciente hasta la fase tardia que ya es el incorporar al paciente a la sociedad.
articulo realizado por
Dr. pablo corzo
en base a doc;
Servicio Medicina Física y Rehabilitación
Hospital Clínico Universidad de Chile
2008